Somos supervivientes, quizás demasiado
En definitiva lo que nos mueve no es otra cosa que la supervivencia, como a los demás seres vivos incluidos las bacterias y los virus, y sobre ese instinto básico la evolución nos ha ido dotando de un sistema de conciencia y valores sociales y propiamente humanos, agresivos y conquistadores unos, defensivos y tranquilos otros. Valores muy ligados a las emociones. La actual crisis, como todas las que son traumáticas como las guerras, está removiendo la lista de prioridades de cada cual y poniendo en jaque esos valores, eticos, morales.
Estamos entre la espada y la pared, y la espada es nuestro sistema económico
El debate está caliente, ¿hay que mantenerse en el confinamiento exigido a la población para evitar el crecimiento en la propagación del virus Covid-19, o hay que relanzar ya la economía globalizada antes de que el daño sea catastrófico? ¿Debemos empezar a salir a trabajar, ir de compras, volver a los bares ya y arriesgarnos a ser contagiados o contagiar? Y sabiendo a quién va a afectar más duramente la pandemia ¿podemos aceptar ese sacrificio humano, mayoritariamente el de los viejos, nuestros viejos?
Dedicarles un minuto de reflexión a los mayores es obligado
Pensar en ello es una experiencia triste hoy. Pensar en esas personas que han vivido las guerras humanas, con balas y muertos y traiciones y vencedores y vencidos, las terribles posguerras, las reconstrucciones traumáticas del tejido humano y social, y que desde hace unos años cuidan a muchos nietos en favor de sus hijos que van a trabajar en sus flamantes SUV o directamente les alimentan cuando han perdido sus trabajos.
Pensar bien en ellos y decidme si hay que dejarlos morir a manos de un virus, solos en sus casas, sin sepelio ni entierro.